martes, 5 de julio de 2016

Carmen Posadas: Zavalita y las feministas

El viernes es la fiesta de fin de curso, cada madre traerá algo para la merienda. Por supuesto tú puedes aportar una tarta que compres por ahí en vez de algo casero, como estás tan ocupada...». Este diálÿogo, sacado de una película de Anne Hathaway, resume un hecho nuevo y nada tranquilizador: el regreso, a través de la moda de lo natural y ecológico, de ciertos roles femeninos más ancestrales y retrógrados. Esta otra escena la viví hace unos meses. En un vuelo transatlántico me tocó al lado una mamá joven, muy guapa y con estudios universitarios, que viajaba con su hijo de dos años. Ante mi sorpresa, llegada la hora empezó a dar de mamar al retoño después de que este, hablando como un catedrático, solicitara el servicio de comedor. No seré yo quien se mese los cabellos ante las madres que reclaman su derecho a alimentar a sus hijos cómo y cuándo les plazca, allá cada cual con su particular afán de protagonismo, por no decir exhibicionismo. Pero ¿es compatible con una vida profesional amamantar niños hasta esa edad? Tampoco parece muy compatible con el trabajo lo que propugnan las muy progresistas 'miembras' de la CUP. Ellas desean que los centros de salud promuevan «métodos alternativos de recoger el sangrado menstrual» a los caros y poco ecológicos tampones y compresas. Para ello abogan por el sangrado libre (sic) y la utilización de esponjas marinas (sic también). Otro tema a debate hoy en día es el parto en casa. ¿Para qué ir a un hospital si se puede parir igual en el colchón de casa, como sacraliza un conocido anuncio de televisión? Por supuesto, y una vez más, parir con dolor es una opción, pero no parece precisamente 'moderno' anteponer la intimidad a la seguridad o considerar irrelevante la contribución del parto hospitalario a la hora de reducir la mortalidad materno-infantil. Mención aparte merece la terrible lacra de la violencia de género. Podría uno pensar que tales conductas son secuelas del pasado, de una educación machista y, por tanto, ajena a generaciones más jóvenes. Las estadísticas dicen lo contrario.