domingo, 15 de enero de 2012

Paulo Coelho: Cosas que suceden en el camino

Lo que es importante El maestro paseaba por un campo de trigo cuando se le acercó un discípulo: «No sé distinguir el camino verdadero. ¿Cuál es el secreto?». «¿Qué significa ese anillo en tu dedo?», preguntó el maestro. «Me lo dio mi padre antes de morir». «Pues dámelo». El discípulo obedeció, y el maestro tiró aquel anillo en medio del campo de trigo. «¿Y ahora?», gritó el discípulo. «¡Tendré que dejar todo lo que estaba haciendo para encontrar el anillo! ¡Significa mucho para mí!». «Cuando lo encuentres, recuerda que tú mismo has respondido a la pregunta que me has hecho. Así es como se distingue el verdadero camino: es más importante que todo lo demás». 
De lo que no es importante Atravesaban el desierto un administrador, un pintor, un poeta y un crítico. Una noche, para matar el tiempo, decidieron describir el camello que iba con ellos. El administrador entró en la tienda; en diez minutos hizo un relato objetivo sobre su importancia. El poeta también empleó diez minutos para describir, en bellos versos, la nobleza del animal. El pintor, con rápidos trazos, obsequió a sus amigos con un dibujo. Por último, entró el crítico en la tienda. Salió dos horas después, cuando todos estaban ya aburridos de esperar. –He intentado ser rápido, pero he descubierto errores en el animal –dijo el crítico–. No corre. Es incómodo. Es feo. Y extendió ante sus amigos un fajo de páginas titulado: El camello perfecto, o cómo debería haber creado Dios al camello. 

La pregunta exacta Gun-Zai y sus discípulos caminaban por el campo, hablando sobre los milagros de Dios, cuando empezó a llover. Todos fueron corriendo a una cabaña que había en las inmediaciones. Al llegar allí, el maestro se giró hacia los alumnos y dijo: «Solo os dejaré entrar si me dais la respuesta exacta». Intrigados, todos se quedaron bajo el aguacero, sin saber cómo contentar a Gun-Zai. Temblaban de frío, pero no conseguían dar con la respuesta exacta. Finalmente, tras casi dos horas bajo la lluvia, uno de ellos dijo: «Maestro, no has hecho ninguna pregunta, y estamos aquí buscando explicaciones como locos. No es de sabios ir buscando problemas si no tenemos ninguno». «Enhorabuena, así es como debemos comportarnos en la vida. Podéis entrar», dijo el maestro, y les abrió la puerta. 

Ni aun así creen El indio Juan Diego va camino de la Ciudad de México cuando ve a una señora llena de luz. «Ve al obispo; soy la Virgen; quiero ser honrada aquí», dice la aparición. Diego obedece, pero nadie le hace ningún caso. La señora se lo pide en tres ocasiones más, pero el obispo dice que Juan está mintiendo. «Podrías haber elegido a alguien más respetado e ilustrado, pues solo a ellos escucha la Iglesia», se queja el indio a la Virgen. «Les enviaré una señal», dice ella. Y hace nacer flores en medio del desierto. Juan llena de flores su poncho y las lleva a la iglesia. Ni aun así lo creen. Cuando Juan abre el poncho para dejar las flores sobre la mesa, en el tejido ve grabada la imagen de la Virgen. La imagen pasa a ser conocida como Nuestra Señora de Guadalupe, la patrona de las Américas. Hasta hoy, todas las pruebas para demostrar su falsificación han dado resultados negativos
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