sábado, 18 de febrero de 2012

Los zánganos se movilizan


¿Empresarios o sindicalistas? ¿A qué carta juegan UGT y CC OO? A juzgar por el revelador gráfico que publica hoy LA GACETA, los dos grandes sindicatos de clase españoles tienen un terrible problema de identidad. Porque los teóricos valedores de la famélica legión son propietarios del cien por cien del centenar largo de sociedades presentes en todas las áreas económicas –desde servicios financieros a inmobiliarias–, sin contar con numerosas sociedades participadas por federaciones. Y tienen 5.000 empleados directos.
A la vista del cuadro, deberían reciclar sus siglas y cambiar las OO de “obreras” y las T de “trabajadores” por la E de “empresarios”.
Estudiando el gráfico de LA GACETA, reparando en el poder económico que tienen, o el maná con el que su partido afín (el PSOE) ha comprado su silencio –los 800 millones de euros del zapaterismo o los 54 millones regalados por la Junta en un día–, se entiende muy bien por qué se movilizan hoy contra la reforma laboral. Porque van a perder el poder y la influencia de los que han gozado durante décadas, al primar los convenios de empresas sobre los sectoriales, o al liberalizarse los cursos de formación. Eso es lo que preocupa a Méndez y Toxo y no los parias de la tierra.
Y por eso se movilizan contra una reforma que consideran “injusta e ineficaz”. Pero, puestos a repartir calificativos, UGT y CC OO se llevarían la palma de la injusticia y de la ineficacia, porque no representan a nadie, porque han sido un lastre para la creación del empleo y porque, además, han vivido del cuento, lucrándose con sus privilegios.
Que la reforma laboral tenga perfiles dramáticos –la quimioterapia se traducirá en más paro en un primer momento– no confiere autoridad a esas organizaciones para que ahora se rasguen las vestiduras. ¿Adónde creen que van personajes como José Ricardo Martínez, el de los 181.000 euros de Bankia? ¿O Méndez, que no ve “dilema moral” en cobrar de consejos de bancos? ¿O Toxo, el que organiza movilizaciones, ora en un crucero por el Báltico, ora en un resort de lujo de la isla de Madeira? Si UGT y CC OO ya quedaron en evidencia cuando organizaron la farsa de la huelga contra Zapatero, que se saldó con un revelador fracaso, lo de ahora deja al descubierto la ruindad de estos parásitos.

El injusto maná de las arcas públicas, que comenzó con el reparto del antiguo patrimonio sindical, ha convertido a UGT y Comisiones en zánganos de la colmena. Ser sindicalista ha resultado ser un chollo para tiempos de crisis, porque viven como señoritos sin dar un palo al agua a costa del erario público –y ahí está el escándalo de los liberados–. E incluso sacan jugosos beneficios de la crisis: UGT y CC OO embolsándose un pico por la gestión del Plan de Pensiones de la Administración socialista.
El paripé de indignación social exhibido por UGT y CC OO debería servir para redefinir de una vez el papel de los sindicatos. El Gobierno de Rajoy se ha quedado corto al reducir sólo un 20% sus subvenciones. Lo procedente es que se mantengan exclusivamente con las cuotas de los afiliados, como ocurre en otros países de Europa y en Norteamérica. Lo escandaloso es que, a estas alturas, las cuotas sólo representen un 26% de su financiación, frente al 74% procedente del maná público o del beneficio de sus propias empresas. Eso sí que es injusto e ineficaz.

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