Se puede decir lo que se quiera del mundo del cine, pero
en la gala de los Goya nos han dado un ejemplo de humor, unidad y saber hacer.
Todos conocemos sus disensiones internas y la politización a que se ha visto
sujeto en las últimas semanas. A pesar de ello, su fiesta del año discurrió sin
grandes sobresaltos. La imagen del presidente de la Academia junto a la
ministra de Cultura en aparente buena sintonía lo dice todo. Ignoramos lo que
cada uno de ellos estuviera pensando en esos momentos, pero supieron cumplir
con las formas. Es de destacar también el esfuerzo por buscar la cohesión de
esta industria en estos malos momentos, y en hacer que lo mucho que les une no
se dejara influenciar por cuanto los separa. El que este año se llevara una
producción catalana el grueso de los premios es indicativo también de su
apertura natural a nuestro pluralismo nacional interno, a la rica variedad del
país. En suma, todo un ejemplo para el gremio de los políticos.
Una ceremonia similar no es imaginable en el mundo de la
política española. Nuestros políticos no se relajan jamás, y, aunque a veces lo
intentan, se les nota demasiado la tensión que acumulan ante los medios. El
humor no es tampoco una de sus virtudes, y en ellos se echa siempre en falta
esa fina ironía británica que tantas veces vemos reflejada en la Cámara de los Comunes. Se
dirá que la política es demasiado seria para tomársela a broma, pero sabemos
también, al menos desde Aristófanes, que no hay nada como el humor y la sátira
para desengrasar las penas y los problemas colectivos. En los países
autoritarios, el humor fue uno de los refugios de la resistencia al sistema y
facilitó el aguante ante la adversidad. Quizá por eso, la democracia ha hecho
del aburrimiento de la vida política una virtud, una muestra de su propio
éxito. De ahí viene el elogio de la política aburrida, porque se entiende que
ello es garantía de estabilidad y eficacia. Esto puede ser válido para algunos
países, como Suiza, donde el tedio general de su sociedad se traslada a todo lo
demás. Pero no es el caso de muchos otros lugares. En España, sin ir más lejos,
el desenfado y el gracejo natural de la sociedad contrastan en exceso con la
seriedad tensa y crispada de su política, que luego muchos de nosotros llevamos
también a estas columnas.
Para tratar de introducir un poco de ligereza en el mundo
político, les propongo que todos los años, y con motivo de la entrega de los
Goya, pensemos en la atribución de estos mismos premios a la clase política,
aunque sea en las páginas o la web de un periódico. Y como los Goya no dejan de
ser cinematográficos, lo hagamos también utilizando el símil de las películas.
Para abrir boca y establecer un precedente de aquello en lo que estoy pensando,
a continuación les ofrezco una muestra de cuál sería mi lista de premiados de
este año. Es una mera sugerencia, no soy humorista. Seguro que a todos ustedes
se les ocurrirán otros mucho mejores.
Mejor
película: Amanece que no es
poco, de J. L. Rodríguez
Zapatero.
Dirección:
Valeriano Gómez, por Encuentros
en la Tercera Fase.
Dirección
novel: Patxi López, por El
milagro de P. Tinto
Actor protagonista: ex aequo Zapatero y Rajoy por Burned.
Actor de
reparto: Alfredo Pérez Rubalcaba, por El
exorcista.
Actor
revelación: Francisco Álvarez-Cascos, por El
retorno del Yedi.
Actriz
protagonista: Carme Chacón, por Misión
imposible.
Actriz de
reparto: Soraya Sáez de Santamaría, por La
fiera de mi niña
Actriz
revelación: Ángeles González-Sinde, por Mujeres
al borde de un ataque de nervios.
Fotografía:
Artur Mas, por Huevos de oro.
Guión
original: a la Generalitat
catalana, por La vaquilla.
Guión
adaptado: Elena Salgado, por El
año que vivimos peligrosamente.
Música
original: a las Cortes Generales, por Dirty
dancing.
Dirección
artística: a los sindicatos UGT y CC OO, por Los
santos inocentes.
Mejor
Vestuario: Francisco Camps, por El
diablo viste de Prada.
Mejor
Montaje: Francisco Correa, por Toma
el dinero y corre.
Mejor
Maquillaje: Sortu, por Volver.
Efectos
especiales: al Tribunal Constitucional, por Nunca
digas nunca jamás.
Película
de animación: a la
Federación Socialista Madrileña, por Esta casa es una ruina.
Película
europea: Vente a Alemania,
Pepe, de Angela Merkel.
Canción original: Smoke
gets in your eyes, de Leire
Pajín.
En fin, un bien merecido goya de honor: a la ciudadanía española,
por ¿Qué hecho yo para merecer
esto?
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