miércoles, 25 de mayo de 2011

La mala salud de hierro de don Juan Carlos... Por Rosa Villacastín


Las dificultades que tiene don Juan Carlos para moverse con la agilidad que solía hacerlo hace tan solo dos años han desatado todo tipo de rumores sobre su estado de salud. Rumores que han ido en aumento después de que apareciera en público con una incipiente barba blanca, que le daba, bien es cierto, un aspecto más avejentado de lo que realmente está.
Noticias que tienen muy preocupado al Rey, no sólo porque nada de todo lo que se ha dicho sea cierto, sino por la frivolidad con la que se están tratando estos temas en algunos medios de comunicación, en un momento en que ni el país ni la monarquía están para bromas de este tipo.
Me consta que las dificultades de movilidad que tiene el Rey están directamente relacionadas con su afición a los deportes de riesgo, con la edad, y con los problemas traumatológicos que ha sufrido a lo largo de su vida, que comenzaron cuando pocos días antes de su boda con doña Sofía, sufrió una caída que le obligó a casarse con el brazo izquierdo en cabestrillo. Un traspiés que hay que sumar al sufrido en 1981, después de haber jugado un partido de squash con Manolo Santana en Zarzuela, que le ocasionó heridas en el tórax, muslo, antebrazo izquierdo, manos y nariz, lo que le obligó a estar un mes con el brazo escayolado. Más no acaban aquí los accidentes reales, ya que dos años después sufrió la rotura de la pelvis mientras esquiaba en Suiza, que le mantuvo un mes en cama y a pasar por el quirófano en varias ocasiones.

Su afición al esquí y a la navegación han sido también la causa de otros tres accidentes, uno ocurrido en Baqueira Beret -al chocar con otro esquiador-, un segundo en Candanchu, por el que tuvieron que escayolarle de nuevo el brazo, y un tercero mientras navegaba en el yate Fortuna, donde sufrió un golpe que le provocó fuertes dolores en la espalda. Eso sin contar cuando tuvo que pasar por el quirófano para eliminar unas varices en su pierna derecha.
Más delicada fue la operación a la que se sometió el año pasado en el Hospital Clinic de Barcelona, que duró tres horas, y en la que le extirparon un nódulo pulmonar, que resultó benigno, y que le fue detectado al monarca en un chequeo rutinario.
En cuanto a lo de la barba del Rey también se debe a motivos de salud, ya que padece una infección crónica de origen viral que puede provocarle erupciones cutáneas.
Con este historial médico es lógico que el Rey ya no sea el que era cuando accedió al Trono, más, si tenemos en cuenta que ha aumentado de peso, que ha pasado de los 70 y que pertenece a una familia en la que predominan los problemas circulatorios y traumatológicos, tal y como demuestra el doctor Pedro Gargantilla, en su libro 'Las enfermedades de los Borbones'.
Me comentaba Rafael Anson que muchos de los achaques del Rey se deben a su afición por la comida, pues al contrario que la Reina Sofía, que es vegetariana, a don Juan Carlos le gusta la buena mesa, los guisos, los fritos y las largas sobremesas, de ahí que haya aumentado de peso a una edad en que los médicos recomiendan comer poco y bien. Nada que ver con lo que hace un Rey que si algo ha demostrado a lo largo de estos años es su buen estado físico, pero sobre todo su disponibilidad para afrontar cualquier problema que afecte a nuestro país, bien sea de tipo económico, político o social, que pueda poner en peligro la democracia.

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